Sólo un marino del «Plymouth» admite que Anglés pudo contar con ayuda para huir

imagen cedida por antena 3 el barco. El City of Plymouth, el buque con el que Anglés supuestamente escapó de Lisboa, ha cambiado su nombre por el de Pacheco.

El primer oficial cree que el triple asesino pudo tirar la madera que reforzaba la puerta del camarote

Sólo uno de los once tripulantes interrogados del «City of Plymouth», el buque mercante británico a bordo de cual escapó supuestamente Antonio Anglés del puerto de Lisboa hasta perderse en la bahía de Dublín, afirma que el triple asesino de las niñas de Alcácer debió de contar con ayuda de algún trabajador del barco en sus dos huidas. El resto afirma desconocer cómo lo logró o, como el capitán, no hace siquiera comentarios al respecto.

Teresa Domínguez, Valencia

El único tripulante que admite que Anglés pudo contar con ayuda es el segundo oficial, es decir, el tercer hombre más importante del navío, Kevin McBride. Sus palabras son claras: «No estoy seguro de cómo pudo escapar, aunque es posible que alguien le ayudara.» Es, también, el único que admite que le tenía miedo, pese a no saber quién era en realidad: «Me tenía preocupado y no me gustaría que me hubieran dejado solo con él.»

Su inmediato superior, el primer oficial, Stephen Furness, es mucho más cauto y, desde luego, de su declaración ante la policía inglesa de Liverpool (en Dublín, la policía irlandesa, la famosa Garda, ni registró el buque ni interrogó a la tripulación) se desprende que es un hombre mucho más seguro de sí mismo y poco amigo de las acusaciones infundadas. Furness declaró: «Yo creo a mis hombres y no me gustaría pensar que alguno de ellos le ayudó a escapar.»

Su testimonio, tanto en lo referente a este asunto como en otros, es el más clarificador y rico en detalles, por lo que es fundamental para intentar entender lo que ocurrió durante las 43 horas que pasaron entre el momento en que el marinero Jo Fanneghen descubrió al polizón, quien llevaba cinco días oculto en un almacén de popa próximo a la sala de máquinas, y su huida definitiva cuando el City of Plymouth entraba en el puerto de la capital irlandesa.

Es el propio Furness quien explica lo fácil que le pudo resultar huir. Aunque la puerta estaba asegurada con una cuña de madera colocada bajo la manilla, el contramaestre «intentó empujar la madera con una percha desde el interior y lo logró». Respecto a la primera escapada, que «se produjo a través de la ventana», según confirma la mayor parte de la tripulación, el primer oficial declara: «Yo no hubiera podido quitar esos cerrojos, pero un hombre desesperado sí podría. También se pueden abrir haciendo palanca».

El capitán, máximo responsable del buque, no hace ninguna mención al asunto, ni entra a especular sobre cómo pudo escapar con éxito no una, sino dos veces, el polizón. Y, sobre todo, cómo fue capaz de entrar en el navío burlando toda la vigilancia del puerto lisboeta y la del propio barco, que incluía, en palabras del primer oficial, «una búsqueda minuciosa de polizones al salir de Lisboa». Tras afirmar eso, concluye: «Me extraña mucho que no le hayamos encontrado si se hallaba a bordo.»

La documentación que portaba el polizón, a nombre de Carlos Joaquim Carvalho Gonzales -el toxicómano que acogió a Anglés y le instruyó en conceptos básicos para sobrevivir en un barco cuando preparaba su huida como polizón en el recinto portuario de la capital lusa- y la declaración del contramaestre, Gwylim Jones, dejan claro que su origen era, sin lugar a dudas, Lisboa y que no era tan difícil abordar el mercante. «Mientras el barco está en puerto, siempre hay personas subiendo al buque y no se sabe si quien sube es un estibador o no».

A continuación, y en un intento por salvar la cara a sus compañeros y a sí mismo -un polizón es un auténtico problema que siempre pone en el brete a una tripulación frente a las autoridades portuarias y frente a los responsables del navío y de quien lo ha fletado-, añade: «Sin embargo, antes de salir de puerto hay un registro del barco y confirmo que el barco lo tuvo. Todos los contenedores fueron registrados para ver si alguno estaba abierto».

«Cualquiera con una inteligencia media podía usar el bote»

 

T. D., Valencia

Pese a que las personas que permanecieron más tiempo junto al polizón durante esas 43 horas fueron los marineros Jo Fanneghen y Henry Foy, y el cocinero, Alberto Sisi, es, una vez más, el primer oficial, Stephen Furness, quien aporta más datos a la hora de intentar explicar las sucesivas escapadas de Antonio Anglés de un camarote «que siempre pareció seguro», según declaró tras los sucesos uno de los marineros.

La mayor parte de la tripulación concluye que el polizón debía tener «alguna noción de navegación» -alguno llega más lejos y aventura «debió ser marinero»-, afirmación que realizan basándose única y exclusivamente en que supo arriar el bote salvavidas y ponerlo en marcha. Furness, de nuevo, lo aclara: «Es bastante fácil echar al agua el Géminis -nombre del bote- y alguien con una inteligencia media puede comprender cómo hacerlo bastante rápido. En teoría, una persona entrenada tardaría tres minutos en echar al agua el Géminis. Sin entrenamiento, se tardaría entre 5 y 10 minutos. Hay que soltar dos amarras y bajarlo soltando el freno».

El propio Stephen Furness se deja seducir por las habilidades de Anglés -como todo buen psicópata, siempre ha exhibido una gran capacidad de adaptación al medio y una inteligencia más que media para aprender lo que necesita para su supervivencia- y declara en un momento dado: «El polizón debe saber algo de barcos, ya que tenía en marcha el motor fueraborda del Géminis y lo llevó hasta nosotros de forma profesional.» No obstante, recapacita enseguida: «Para alguien que sabe algo de barcos, lo que hizo es un suicidio y debió haber pensado que la caída le podía haber lanzado a los propulsores. Debió presionar el botón de desenganche rápido cuando estaba a 15 ó 20 pies del agua. Navegábamos a 14 nudos y las olas que se levantaban debían ser bastante inquietantes. Además, la fuerza de propulsión afecta a esa parte. Me sorprendió que estuviese tan poco lastimado cuando lo encontramos.»


 
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