ENVIADA ESPECIAL

VALENCIA.- Más de cuatro años de investigación. Dos meses y medio de juicio, 43 sesiones viéndose las caras. Y no se ponen de acuerdo. ¿Qué ocurrió el 13 de noviembre de 1992? ¿Quién mató a las niñas de Alcàsser? Y, sobre todo, ¿está o no está implicado Miguel Ricart en los crímenes?

Depende de a quién se le pregunte. Porque cada una de las partes personadas en el proceso tiene su propia versión de los hechos.

Pero, aunque no hay unanimidad, esto se acaba. El juicio por el triple crimen de Alcàsser tiene ya los días contados. Al tribunal sólo le queda oír los alegatos finales, y hoy mismo comenzará a escucharlos.

Después, probablemente el lunes, sus señorías le preguntarán a Ricart si tiene algo que decir. Y una vez hable el acusado, el juez Mariano Tomás hará sonar una campanilla. La vista se dará por concluida. Y el juicio quedará visto para sentencia.

Miguel Ricart puede ser condenado a 245 años de cárcel. Eso piden para él las acusaciones populares. El fiscal solicita 200 años. Los letrados que representan a los padres de Toñi se conforman con 84. Los que actuan en nombre de los padres de Miriam, con sólo nueve. Y el abogado defensor pide su completa absolución.

Esta es la versión de los hechos a la que se agarra cada parte:

ACUSACION PARTICULAR.- Los letrados que representan a la asociación Clara Campoamor y a diversos colectivo de mujeres de la Comunidad valenciana mantienen una versión de los hechos muy similar a la que defiende el fiscal. Sólo difieren en algunos detalles.

Por ejemplo: consideran que las niñas no fueron por su propio pie a la fosa de La Romana, pues para entonces las lesiones padecidas les impedían andar. Sostienen que Ricart y Anglés agarraron cada uno dos esquinas de la moqueta y, a modo de parihuela, cargaron sobre la alfombra a cada niña, conduciéndolas así a la fosa.

Tampoco descartan la participación en los hechos de otra u otras personas aún sin identificar, coincidiendo en este aspecto, aunque de manera más discreta, con la versión del padre de Miriam, Fernando García.

EL FISCAL.- El viernes 13 de noviembre de 1992, Miguel Ricart y Antonio Anglés salieron del domicilio de Neusa Martins montados en el Opel Corsa blanco de Ricart. Su objetivo: «Recoger a algunas chicas con las que desahogar sus libidinosos deseos, ya fuera de buen grado por parte de ellas y, si no, por la fuerza, tal como habían decidido días antes», dice el fiscal en sus conclusiones finales. Miriam, Toñi y Desireé, por su parte, se dirigían a la discoteca Coolor. Hacían auto-stop.

Ricart y Anglés las vieron. Pararon el coche. Las niñas subieron al vehículo. Y, tras golpearlas repetidas veces por el camino, las condujeron a La Romana.

Allí, «las apalearon para aquietarlas». Luego Anglés violó vaginal y analmente a Antonia, mientras Ricart mantenía separadas las piernas de la niña. Después, el hoy fugitivo le introdujo un palo en el ano.

Acto seguido, Anglés desnudó a Desireé y le dijo a Ricart: «Ahora te toca a tí». Entonces, Ricart violó vaginalmente a la joven. Luego, Anglés lo hizo por vía vaginal y anal. Y también a ella le introdujo un palo por el esfinter. Y además, le arrancó un pezón con unos alicates.

Ataron a las niñas y Anglés y Ricart cogieron el coche y fueron a Catadau. En un bar de esa localidad compraron bocadillos, ensalada, cervezas y agua. Y volvieron a La Romana. Cenaron.

Después, Anglés desató a Miriam y la penetró vaginal y analmente. La introdujo en el ano el palo. Le volvió a atar. El y Ricart se echaron a dormir.

Una vez hubo amanecido, Anglés se levantó y ahondó una fosa que tiempo atrás habían hecho para esconder una moto. Llevaron a las niñas a la fosa. Ricart regresó a la caseta y volvió con una moqueta. Ante su mirada, Anglés disparó un tiro a la cabeza de cada chica. Colocaron en el fondo de la fosa la moqueta. Arrojaron los tres cadáveres al hoyo, tapándolos con la moqueta y tierra.

ACUSACION PARTICULAR (padres de Toñi).- En el coche en el que subieron las niñas iban cuatro individuos. A uno de ellos, las niñas le conocían personalmente. Las muchachas fueron conducidas, en contra de su voluntad, «a algún tipo de construcción perfectamente delimitada y cerrada».

Allí tuvieron lugar las agresiones físicas y sexuales contra las menores, y allí fueron asesinadas. Allí, donde posiblemente existe un índice de humedad muy elevado, fueron enterrados los cadáveres.

Pero luego, ante el enorme despliegue policial montado para encontrar a las niñas, a sus asesinos les entró miedo. Temían que los cuerpos de las pequeñas fuesen encontrados en el lugar en el que las habían inhumado, y que eso les señalase a ellos como culpables.

Y encargaron a Miguel Ricart que trasladase los cadáveres a un lugar distinto y seguro. Entonces, Ricart enterró a las niñas en La Romana.

ACUSACION PARTICULAR (padres de Miriam).- Ricart no participó en las torturas, violaciones y asesinato de las niñas. Se limita a encubrir a los verdaderos criminales: Antonio Anglés y otros más no identificados. Ricart únicamente se encargó de esconder la pistola con la que fueron asesinadas las niñas y a hacer desaparecer las ropas manchadas de Anglés y el palo que les fue introducido a las menores por vía anal. Fernando García no ha abandonado en los cuatro meses de juicio transcurridos su hipótesis de que los verdaderos asesinos de su hija andan sueltos. Para defender esa idea no ha dudado en implicar a «altas personalidades» y se ha multiplicado en prensa, radio y televisión.