MARC AGLIATA

CORRESPONSAL

VALENCIA.- Incluso los aviones lo esperan. Varios vuelos, tanto en Barajas como en Manises, se han retrasado hasta 10 minutos porque Fernando García no estaba todavía a bordo. El padre de Miriam lleva un mes inmerso en una vorágine de viajes y programas televisivos que ya la quisiera un político en campaña electoral.

Desde que empezó el juicio del caso Alcàsser no ha habido pausa. «No tengo el don de la ubicuidad, pero casi», asegura García. Hace una semana, el 9 de junio, estuvo a punto de lograrlo: copó la programación de tres cadenas televisivas a la misma hora, cerca de la media noche. «Estoy seguro de que a muchos les fastidiaría verme en tantos programas a la vez».

Los días son eternos. Fernando García se levanta, cada vez en un hotel diferente de Madrid, a las 5.30 horas de la mañana. Procura que su lugar de descanso esté cerca del aeropuerto.

El avión despega a las 6.50 horas. Antes de subir, desayuna en una cafetería italiana de Barajas: café y un bollo. «No me dejan pagar nunca».

Fernando García recibe todos los días, entre otros cientos de apoyos, la visita de los comandantes del avión que lo llevan de Valencia a Madrid y viceversa, como si fuera un cantante de rock o un futbolista. En el vuelo aprovecha para repasar con el criminólogo Juan Ignacio Blanco y el abogado José María Garzón, sus alter ego, la agenda del día.

Aterriza en Valencia en torno a las 7.30 horas. Después de picar algo más en otro bar de Manises -«tampoco me cobran aquí», explica- Fernando García va a su casa de Alcàsser. Es en este momento cuando aprovecha para cambiarse de ropa y para asearse. «También es el único instante en el que veo a mi mujer y a mis hijos».

LAS VITAMINAS.- Alcàsser está a más de 20 kilómetros de Valencia. El padre de Miriam llega al filo de las 9.30 horas a la Audiencia, prácticamente su otro hogar desde el 12 de mayo, cuando comenzó el juicio. Fernando afirma que los taxistas se niegan también a cobrarle. «Yo les obligo a coger el dinero porque se tienen que ganar el pan». De todos modos tiene cubiertos todos los gastos por el programa de Pepe Navarro, Esta noche cruzamos el Mississippi, según reconoce.

Lo que no le paga Tele 5 es el complejo vitamínico que a diario se toma Fernando García. «Me lo recetó un médico que quería ayudarme en algo». Las vitaminas y los dos paquetes de tabaco son sagrados. Comer no; no tiene un minuto que perder.

Las sesiones del caso Alcàsser suelen acabar sobre las 15.00 horas. A las 18.00 horas empieza el programa de Canal 9 sobre el juicio. Dura dos horas y a las 20.20 horas sale el avión que devuelve a Fernando a Madrid.

Al plató de Tele 5 llega diariamente con el tiempo justo. «A veces ni nos maquillan». El programa finaliza aproximadamente a la 1 de la madrugada. Llega la hora de descansar en el hotel de turno. Fernando abre la cama sobre las 2.00 horas. Antes ha rezado por el alma de las tres niñas como hace todos los días y le ha pedido a Dios que le dé fuerzas para seguir. «Después duermo de un tirón».

Este ritmo frenético de vida lo lleva Fernando García de lunes a viernes. «Lo hago por la necesidad de saber la verdad y conocer a los verdaderos asesinos de mi hija». Los sábados y los domingos los aprovecha para recopilar más información y hablar «con más gente».