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Jueves, 29 de mayo de 1997 EL MUNDO periodico

TRIBUNALES

Las niñas de Alcàsser siempre subían en coches de gente conocida

Roberto Anglés declara en el juicio que su hermano Antonio lo ató una vez con una soga al cuello para curarle el 'mono'

MARC AGLIATA

CORRESPONSAL

VALENCIA.- La cuarta niña de Alcàsser, Ester Díaz, salvó la vida por una enfermedad pasajera. Por eso no fue aquel viernes 13 de noviembre con Miriam, Toñi y Desirée a la discoteca Coolor. Ayer explicó ante la Audiencia de Valencia que ella y sus tres compañeras solían hacer autostop cuando salían por la noche.

La declaración de Ester Díaz en la vista oral del caso Alcàsser fue casi tan fugaz como su salida de los juzgados. Los letrados intentaron acortar sus interrogatorios para que la joven no tuviese que pasar un mal trago. La joven no pudo evitar el llanto. Las lágrimas la traicionaron en cuanto se sentó en la silla de los testigos. «No conocíamos de nada ni a Miguel Ricart ni a Antonio Anglés», fue de lo poco que dijo. Y añadió que siempre procuraban subir en coches de gente conocida.

También compareció ayer Roberto Anglés, hermano de Antonio, que aportó nuevos datos sobre la siniestra personalidad de su hermano Antonio.

Esposado como Mauricio Anglés en el día de su declaración, Roberto evidenció una gran falta de memoria sobre todo lo ocurrido en los últimos cinco años. Achacó su amnesia al problema que tiene con las drogas. «Estoy tomando dosis muy altas de metadona y no me viene nada a la cabeza», aseguró. Tan sólo tenía claras dos cosas en su mente: una, sus apariciones en entrevistas televisivas; y otra, los malos tratos recibidos de su hermano Antonio.

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