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Martes, 20 de mayo de 1997 EL MUNDO periodico


La madre de Anglés culpa del crimen a su hijo y a Ricart

Neusa Martins asegura en el juicio que las prendas halladas en la fosa de las niñas de Alcàsser eran de ambos

MARC AGLIATA

CORRESPONSAL

VALENCIA.- La sala calló de repente. Entonces, tras unos segundos de incertidumbre y con un Ricart más acongojado de lo normal, apareció Antonio Anglés. Su voz, pausada y ronca, recorrió todos los recovecos de la sección segunda de la Audiencia de Valencia: «Kelly, soy Rubén. Cuando veas a El Rubio dile que vaya donde está la maneta y el plato de la moto y que se lleve los sacos de dormir, los kellog's y la leche que está encima de la nevera».

Rubén es uno de los sobrenombres de Antonio Anglés. Este mensaje lo dejó grabado el presunto asesino de las niñas de Alcàsser en el contestador automático de su hermana Kelly, y ayer se pudo escuchar en el juicio a petición de la acusación popular. Era la primera vez que se oía hablar al fugitivo desde su desaparición y, quizá por ello, no pudo reconocerlo Neusa Martins, la «madre verdadera» del más conocido de los Anglés.

Neusa, la primera testigo del juicio del caso Alcàsser, dejó huella en su paso por la sala valenciana. Sus intervenciones, tan surrealistas como ininteligibles, sacaron de quicio a los letrados, pero sirvieron para que culpara del crimen a su hijo y a Ricart. La sordera extrema que padece dio pie a escenas esperpénticas. Neusa Martins necesitó pegar su oreja a los altavoces tantas veces como preguntas le hicieron. Sus contestaciones, en castellano mezclado con portugués y valenciano, se convirtieron en jeroglíficos.

VIOLENCIA FAMILIAR.- Más sencillo resultó entender la definición del carácter y la personalidad de su supuesto hijo, a base de ejemplos. «Los dientes que me faltan me los arrancó a puñetazos». Anglés pegaba a su padre alcohólico, a su novia e incluso intentó una vez quemar viva a su madre mientras dormía. Neusa confirmó que Antonio y Miguel eran «muy amigos». Contó que El Rubio era siempre «el chófer» en todas las desventuras de esta pareja, especialmente cuando los dos presuntos autores del triple crimen se iban de acampada, e intentó dejar siempre al margen al resto de sus hijos.

Neusa comenzó después a tratar de reconocer varias de las pruebas del sumario. A sus pies tuvo la famosa alfombra, el sudario de las niñas. «No la había visto nunca», dijo. A continuación tocó tres cinturones, hallados junto a La Romana, pertenecientes, según ella, a Antonio y Miguel. Luego cambió de opinión.

Toqueteó también una camiseta andrajosa, una cazadora vaquera y otra de pana verde. La primera prenda, aseguró la letrada Luisa Ramón, fue la que utilizaron, a modo de honda rellena con piedras, para golpear a las niñas.

La presunta madre de Anglés y el único detenido cruzaron sus miradas en varias ocasiones. La primera vez llevaba Neusa en las manos la cazadora vaquera cogida de los hombros, giró sobre sí misma y se encontró con los ojos azules de Ricart: «Es tuya». El Rubio, a metro y medio de distancia, llevaba unos segundos diciendo que no con la cabeza. Fueron momentos de tensión.

El abogado defensor, Manuel López Almansa, inventó una triquiñuela para que la mujer se pusiera las gafas. Así volvió a tener delante todas las pruebas de convicción que, apenas unos minutos antes, había manoseado. «No, esta chaqueta no es de Ricart, es de Antonio». Sin las gafas, la cazadora era de El Rubio.

La madre de Antonio Anglés miró de nuevo a la cara de Ricart: «Perdóname Miguel, pero la verdad siempre es buena».

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