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Jueves, 15 de mayo de 1997 EL MUNDO periodico

El abogado de los padres de Miriam y Toñi, criticado por actuar más como defensa que como acusación - Miguel Ricart afirma que Antonio Anglés le dijo que si alguna vez mataba a alguien lo enterraría en La Romana, donde no lo encontrarían

Ricart rompe a llorar e insiste en que confesó porque fue torturado

La acusación, reprendida por el tribunal

IRENE HDEZ. VELASCO

ENVIADA ESPECIAL

VALENCIA.- No fue una lágrima de pesadumbre ni de arrepentimiento, sino de pura ira. El sollozo que ayer se le escapó a Miguel Ricart era hijo de la rabia. Rabia porque se sentía engañado por el abogado de la acusación particular en el caso Alcàsser.

Todo transcurría con tranquilidad en la tercera sesión del juicio que por este triple crimen tiene lugar en la Audiencia Provincial de Valencia. Con excesiva tranquilidad, incluso. El único acusado respondía sereno a las inconexas preguntas que le formulaba José María Garzón, representante de la acusación particular. O sea, de los padres de las malogradas Toñi y Miriam.

Era tan blando el interrogatorio que hasta el presidente del tribunal, el juez Mariano Tomás, hubo de llamarle la atención a Garzón: «Esto no parece una acusación. Parece más una defensa», le espetó. Y entonces, ocurrió. Garzón intentaba hacer ver a Ricart que en su tercera declaración, efectuada el 29 de enero de 1993, había asegurado que las niñas fueron violadas y torturadas en la partida de La Romana, el lugar donde un apicultor había encontrado, dos días antes, sus cadáveres.

«No señor», respondió sosegado Ricart. Garzón insistía en que sí. Y Ricart, cada vez más alterado, continuaba negando tal extremo: él no había declarado entonces que las niñas de Alcàsser hubieran sido torturadas y asesinadas en La Romana. Ante la confusión creada, se adoptó una solución salomónica: leer la declaración en cuestión. Así lo solicitó Garzón y así lo hizo la secretaria del juzgado.

Pero la lectura fue interrumpida a medias por el letrado de la acusación particular, considerando que con lo dicho ya habían quedado probadas sus palabras. Entonces Garzón miró retadoramente a Miguel Ricart y éste, todavía negando, se vino abajo. Y, quedamente, se echó a llorar.

El caso es que Ricart tenía motivos para hacer pucheros. Porque estaba diciendo la verdad: el 29 de enero de 1993 no dijo nada de que él y Antonio Anglés violaran y torturasen a las niñas en La Romana. Su abogado, Manuel López Almansa, solicitó que se leyera un poco más la declaración de ese día. Y toda la sala oyó en ese momento cómo lo que Ricart afirmaba entonces era que los hechos ocurrieron... ¡¡¡en la tapia de una fábrica!!!

EL LLANTO.-Excepto por ese detalle, la de ayer fue una sesión insulsa en la que Ricart volvió a insistir machaconamente en acusar a la Guardia Civil de torturarle para arrancarle confesiones falsas. Volvió a proclamar su inocencia, asegurando que el día en que desaparecieron las niñas él estaba en Catarroja. Aseguró incluso que cuando, ya detenido, la Guardia Civil le dijo que las niñas habían muerto, se quedó blanco «como la pared».

Insistió en que el crimen de Alcàsser no podía ser obra de sólo dos personas. Y culpó nuevamente a Mauricio, hermano menor de Antonio Anglés, de estar involucrado en el caso.

Y pintó a Antonio Anglés como un hombre con éxito entre las mujeres y que no era homosexual, sino bisexual. Y en relación a La Romana, afirmó: «Antonio me dijo: "Si alguna vez mato a alguien lo enterraré ahí arriba. Ahí no lo encuentra nadie"».


«Lo voy a matar»

«Mauricio no tiene nada que ver con esto. El Miguel culpa a mi hijo y yo lo voy a matar». Esa es la amenaza que Neusa Martins, la madre de los Anglés, profirió ayer a gritos contra Ricart. Y es que, el día anterior, éste había involucrado al susodicho Mauricio Anglés en el crimen de Alcàsser.

Neusa Martins lanzó toda su furia contra Ricart nada más bajarse del taxi que, a eso de las 9.30 horas, la dejó a las puertas de la Audiencia Provincial de Valencia. Y es que la madre de los Anglés estaba citada para declarar ayer en la vista que se sigue contra Ricart. Por eso fue hasta el juzgado, como también lo hizo su hija Kelly, quien intentó pasar desapercibida cambiando su apariencia con la ayuda de una aparatosa peluca rubia.

Durante cerca de unas tres horas, madre e hija permanecieron en las dependencias de la Audiencia Provincial, ocultas en la biblioteca del edificio. Una espera estéril: ambas fueron enviadas a su casa con una citación para declarar la próxima semana.

Pero el caso es que la amenaza de Neusa no surtió efecto: Miguel Ricart volvió ayer a relacionar a Mauricio Anglés con el crimen de Alcàsser, como ya hiciera el día anterior.

Siempre según la versión de Ricart, el mismo Mauricio reconoció su implicación en el caso en una entrevista que concedió a un programa de televisión. «Mauricio dijo: "Puede que encuentren colillas mías porque yo estuve allí"», dijo ayer Ricart refiriéndose a la partida de La Romana, donde fueron enterradas las niñas.

Y, también como en la víspera, Ricart volvió a proclamar ayer que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado insistieron mucho en descartar la participación de Mauricio Anglés en el caso Alcàsser.

Además, Ricart afirmó que si le detuvieron en casa de la familia Anglés, con una bolsa de mandarinas colgada del brazo, fue porque él no tenía nada que temer. «Si yo hubiera tenido algo que temer no hubiera subido» a la vivienda, explicó. Asimismo, y contestando siempre a preguntas de la acusación particular, representada por el letrado Garzón, Ricart hizo hincapié en lo extraño que le parecía que Antonio Anglés hiciera desaparecer los casquillos de las balas con las que se supone mató a Miriam, Toñi y Desirée para luego dejarse en la fosa un papel en el que figuraba su apellido.

Al finalizar la sesión, en los pasillos de la Audiencia provincial, el abogado Garzón aseguró que su acusación «es la más dura». Y añadió: «Hemos venido a condenar a Ricart y Ricart saldrá de aquí condenado».

La TV, protagonista de la tercera sesión del juicio

Pepe Navarro, el Mississippi, Juan Ignacio Blanco, don Fernando García... Todos salieron ayer a relucir en el juicio de boca de Miguel Ricart. Y es que, en el intento de demostrar su inocencia, el acusado echó mano en la tercera sesión de la vista de algunas de las tesis que sobre el crimen de Alcàsser han apoyado el padre de Miriam, Fernando García, y Juan Ignacio Blanco, a los que el acusado citó con sus nombres y apellidos.

En concreto, Ricart aludió a que las niñas no se subieron el día de su desaparición a un coche sino a una furgoneta que luego alguien cambio de color.

No quedó ahí la cosa. El acusado citó al programa Esta noche cruzamos el Mississippi y a su director y presentador, Pepe Navarro, en relación a una entrevista que dicho espacio realizó a Mauricio Anglés, hermano menor de Antonio, y en la que, siempre según Ricart, éste «se delata» admitiendo su participación en el caso.

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