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Martes, 13 de mayo de 1997 EL MUNDO periodico


Ricart se declara ahora inocente

El Tribunal decide hoy si acepta el análisis de la alfombra

IRENE HERNANDEZ VELASCO

ENVIADA ESPECIAL

VALENCIA.-Es muy poquita cosa. Poquísima. Esmirriado, delgaducho, desgarbado e increíblemente canijo: Miguel Ricart, único acusado del caso Alcàsser, se declaró ayer inocente del triple crimen. El Tribunal decidirá hoy si suspende la esperada vista para aguardar el análisis de la sangre y el semen hallados por el forense Luis Frontela en la alfombra que envolvía los cuerpos.

No abultaba nada. Y por eso, la pareja de agentes que lo condujo al filo de la una del mediodía desde los calabozos de la Audiencia de Valencia hasta la sala de la Sección Segunda lo llevaba casi en volandas.

Más que andar, Miguel Ricart se escurrió por el pavimento. Hizo los últimos metros del paseíllo camino del tribunal entre un enjambre de periodistas. Y entonces abrió mucho los ojos azules, algo enrojecidos, como si no hubiera dormido bien la víspera. Miraba y miraba, pero no veía. Y se adentró en la sala.

Cuando el presidente del Tribunal, Mariano Tomás, le preguntó sobre su presunta implicación en los hechos, Ricart contestó con un rotundo «no». Fue su undécima declaración.

Antes, se había sentado. Dejó al descubierto un cogote lampiño y, en contraste con la palidez del rostro, profundamente colorado. Parecía quemado, como si le hubiera dado mucho el sol. Debía de arderle. Así que ladeó la cabeza y se llevó como pudo las manos esposadas a la nuca, buscando refrescarse. Las mantuvo sobre la zona dolorida y luego las retiró. Pero el dibujo blanco de sus dedos quedó grabado sobre la piel por unos segundos. Luego, la imagen se desvaneció.

No estaba cómodo, se revolvía en la silla. Cruzó y descruzó una y otra vez los pies, calzados con unas zapatillas de deportes de un blanco inmaculado. El pantalón negro parecía que le tiraba por algún lado. Quizá le quedaba demasiado justo. O a lo mejor es que tenía calor. Bajo la camisa color azul pastel con dibujos geométricos en rosa, marrón y negro que vestía, Miguel Ricart llevaba una camiseta de algodón. Y colgando del cuello, una cadena con una imagen de Cristo.

Se le escapó un suspiro. Movió los hombros hacia atrás, como buscando descargar tensión a través de un simple ejercicio de gimnasia mentras los magistrados deliberan si suspenden o no el juicio. Y de pronto, sin previo aviso, volvió un instante la cabeza atrás. Con la mirada barrió todo lo que tenía a sus espaldas. Fue una décima de segundo, y rápidamente, se volvió al frente, como lamentando el ataque de curiosidad del que había sido presa.

El magistrado suspendió la vista. El acusado se levantó y se dispuso a abandonar la sala, siempre escoltado por policías. Volvió a abrir mucho los ojos mientras se marchaba. Miró y miró y, esta vez sí, parecía que veía.


«¿El as en la manga? Adiós»

El as que Fernando García dice tener en la manga sigue ahí. El padre de Míriam se negó ayer en redondo a revelar la «sorpresa» que asegura se tiene reservada en relación al caso de las niñas de Alcàsser.

«Don Fernado, el as ese que..», le increpaban. «¿El as? Adiós», respondía él. Y dejando a su interlocutor con la palabra en la boca, se daba media vuelta y se iba.

Así, cada vez que le preguntaban por la supuesta carta ganadora. Supuesta porque, hasta que no la saque de la manga y la ponga sobre la mesa, no se se verá si realmente es un as. «Puede que todo sea un farol ¿no?», se preguntaba un asistente a la vista de ayer.

Erre que erre, Fernando García volvió ayer a insistir en que el juicio contra Miguel Ricart debería suspenderse. El padre de Míriam repitió una vez más que, en su opinión, al menos siete personas participaron en la violación, tortura y asesinato de las niñas.

Cuando sí habló fue al final de la sesión. «Los verdaderos asesinos de mi hija están sueltos, pero los sentaré en el banquillo aunque sea lo último que haga en esta vida», aseguró García con gesto duro y distante. «Miguel Ricart no me preocupa, porque está preso, me inquieta que los asesinos sigan en la calle, porque siguen matando criaturas», añadió el padre de Míriam.

En sus declaraciones a los periodistas, Fernando García afirmó que hay «motivos suficientes para suspender la vista oral, para declarar nulo el sumario e iniciar uno nuevo para buscar a los verdaderos culpables. Porque exijo culpables, culpables sentados en un banquillo para hacer justicia».

El padre de Míriam, que el pasado viernes decidió retirarse como acusación particular, señaló que «lo lamentable de este caso es que en la lectura del sumario no hay nada contra Miguel Ricart, pero hay muchísimo menos contra Antonio Anglés, pese a que es el gran ausente y al que le caen todas las culpas».

García explicó que del análisis de 15 pelos se ha determinado que hay «al menos ocho personas que no son ni Miguel Ricart ni Antonio Anglés», y reiteró que la participación de más gente en la muerte de su hija «es algo que llevo denunciando públicamente durante cuatro años. Yo, sea quien sea, se llame como se llame y viva donde viva, juro que a quien mató a mi hija lo sentaré en un banquillo, aunque sea lo último que haga en esta vida, y para que no lo consiga van a tener que matarme a tiros».

La sesión comenzó con tres horas de retraso

MARC AGLIATA

CORRESPONSAL

VALENCIA.- La vista oral comenzó con casi tres horas de retraso. El Tribunal tuvo que resolver previamente una petición de la acusación particular que ejercen los abogados José María Garzón y José María Allende, representantes de los padres de Toñi, en la que solicitaban la celebración del juicio a puerta cerrada por «causas morales». La sala desestimó esta solicitud porque entiende que el caso Alcàsser ya ha tenido «una gran dimensión publicitaria» y que no caben alegaciones.

Otro de los motivos de la demora en el inicio fue el repaso que esta acusación particular, en el primero de los intentos de la mañana de suspender el juicio, dio a las más de 300 pruebas de convicción que existen en el sumario. Finalmente se comprobó que no faltaba ninguna de las consideradas como relevantes por el Tribunal.

La primera sesión del juicio por el caso Alcàsser se inició alrededor de la una de la tarde y duró poco más de una hora. Al cabo de este tiempo, el presidente del Tribunal decidía suspender la vista hasta hoy a las diez.

Quien sí logró provisionalmente paralizar por un día la vista oral fue la acusación popular. Virgilio de la Torre demandó al Tribunal que se requiera al forense Luis Frontela un informe sobre las manchas de sangre y semen que dice haber detectado en la famosa moqueta que envolvía los cuerpos de las niñas. La sala accedió y levantó la sesión.

Hoy se decidirá si se suspende el juicio hasta que sea remitido este informe, como pidió De la Torre, o si, por el contrario, como solicitó la defensa de Ricart, en manos del abogado Manuel López Almansa, la vista oral continúa con normalidad hasta que el propio Luis Frontela, en calidad de perito, pueda exponer el resultado de sus investigaciones en la misma sala.

Mariano Tomás dejó claro que no está dispuesto a que ser realice una nueva instrucción del caso durante el juicio. «El Tribunal ya decidirá si hay que hacer una instrucción paralela», dijo. Tomás pidió a las partes que mientras tanto se centren en los hechos que contienen el sumario y que han llevado a Miguel Ricart Tárrega a estar sentado en el banquillo de los acusados.

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