IRENE HDEZ. VELASCO

ENVIADA ESPECIAL

VALENCIA.- Su casa es una especie de santuario en memoria de Miriam. En el recibidor de la vivienda, dos fotos de la niña y un poema en su memoria escrito con hilo fino. En el salón, dos retratos de la hija. Y él, grandón y con un cigarrillo siempre entre los dedos, navegando a contracorriente. Defendiendo una tesis que ni el fiscal ni la acusación popular comparten. Es Fernando García, el padre de Miriam, una de las niñas de Alcácer.

Pregunta.- Miguel Ricart y Antonio Anglés...

Respuesta.- No son los asesinos. En todo el sumario no hay nada contra ellos. Vamos a demostrar que lo que nos han contado es mentira y que hay otros asesinos, que en España hay una red de pederastas que mata a nuestras hijas.

P.- ¿A demostrar?

R.- Sí. Entienda que si tengo un as en la manga y lo muestro ahora dejaría de ser un as.

P.- ¿Se lo reserva entonces para el juicio?

R.- Sí. Habrá sorpresas.

P.- Según su teoría, hay montada una enorme conjura para encubrir la existencia de esa supuesta red de pederastas de la que habla. ¿No le parece difícil que tantas personas estén implicadas en un complot así?

R.- Quisiera que todo fuese como me han contado. Para mí y para los míos sería más fácil. Quisiera equivocarme, que todo fuese una invención mía. Pero a las niñas las mataron unas personas que no salen en el sumario.

P.- ¿Nunca ha pensado que, quizás, y debido a tanto sufrimiento como ha padecido, se le ha ido un poco la cabeza?

R.- Sí, a veces lo he pensado. Pero quién no ha pensado alguna vez que está loco.

P.- Usted se retiró el pasado viernes de la acusación particular. ¿Por qué?

R.- No quiero participar en esa farsa de juicio. Retirarme es una forma de protestar, de rebelarme.

P.- Pero, al retirarse, no podrá exponer su versión de los hechoS. ¿No le sale cara la rebelión?

R.- No. Juan Ignacio Blanco (periodista y criminólogo que trabaja codo con codo con Fernando García) ha pedido personarse como acusación particular y lo han aceptado.

P.- Entonces, su retirada ha sido un riesgo controlado, ¿no?

R.- No. Mi retirada y su petición se produjeron al unísono. Las dos cosas se presentaron la vez.

P.- Vaya suerte ha tenido usted entonces.

R.- Son ellas, que están aquí. Ellas lo han hecho.

P.- ¿Ellas?

R.- Mi hija y sus dos amigas. Son ellas.