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Domingo, 1 de junio de 1997 EL MUNDO periodico


Calderón promociona en el Cesid al «hombre fuerte» de Manglano

Emilio Jambrina, uno de los máximos responsables de los últimos grandes escándalos del Centro, ha sido nombrado coordinador de operaciones

MANUEL CERDAN

ANTONIO RUBIO

MADRID.- Javier Calderón, que fue nombrado director del Cesid por el Gobierno de José María Aznar, ha promocionado en uno de los puestos de mayor responsabilidad del Centro al teniente coronel Emilio Jambrina. Este ocupó el cargo de jefe de Operaciones de la Agrupación Operativa cuando se elaboraron los papeles del Cesid y fue hombre de confianza de Emilio Alonso Manglano durante la etapa de los grandes escándalos de los servicios de información.

Jambrina ha sido nombrado por Calderón coordinador de Operaciones, cargo que supone el verdadero corazón del Cesid por el que pasan las misiones más importantes de los servicios secretos españoles. La importancia de este cargo radica en que su titular decide las operaciones que el Cesid debe realizar y participa en las reuniones para analizar las ya desarrolladas.

Agentes del Cesid mostraron a EL MUNDO su extrañeza por el nombramiento de Jambrina, a quien en el Centro ya han bautizado con el nombre de eslabón podrido de la década negra de la inteligencia militar.

Según las mismas fuentes, Jambrina «ha estado metido en todos los fregados» y al tanto de todos los asuntos sucios del Centro en la etapa de Alonso Manglano: escuchas ilegales, Operación Mengele, espionaje a políticos, guerra sucia contra ETA, caso Godó, entre otros.

Calderón, al poco tiempo de ser nombrado director del Cesid el 24 de mayo de 1996, inició una profunda reestructuración de los servicios secretos. Su primer paso, según su propia versión, fue efectuar una limpieza entre los agentes que no le servían para la nueva etapa del Centro. Siguiendo este planteamiento, depuró en dos fases a 30 agentes e hizo ver a la opinión pública que eran los que más se habían significado en la etapa de Alonso Manglano.

«AJUSTAR CUENTAS».- Los destituidos eran cuatro coroneles, tres tenientes coroneles, dos comandantes, cuatro suboficiales del Ejército, seis suboficiales y cinco números de la Guardia Civil y tres titulados superiores civiles. La lista también incluía a dos cocineras y una mecanógrafa.

Uno de los oficiales depurados, con una brillante trayectoria en el Cesid, se pregunta si el presidente Aznar estuvo bien informado de la purga: «¿Ha sido informado correctamente el presidente? En el programa electoral del PP se incluía la depuración del Centro por los escándalos socialistas, pero Calderón sólo se ha limitado a ajustar viejas cuentas con agentes que investigaron el 23-F».

Tras la remodelación, el Ministerio de Defensa llegó a informar que Calderón quería demostrar su firme voluntad de romper con el pasado reciente del Cesid, marcado por sucesivos escándalos y fugas de información.

Sin embargo, en la lista de depurados no se hallaba Jambrina, la mano derecha de Manglano, y sí el nombre del coronel Diego Camacho, uno de los agentes que se jugó la vida investigando en 1981 a compañeros del Cesid que presuntamente habían participado en el 23-F. Camacho fue ayudado en esta tarea por un suboficial que también ha sido depurado.

En la relación de defenestrados también se hallaba el teniente coronel Manuel Rey, uno de los hombres más brillantes del Cesid.

Camacho y Rey, tras realizar unas declaraciones en la prensa para reponer su honor fueron sancionados por el ministro de Defensa Eduardo Serra a 45 y 30 días de arresto, respectivamente.

Agentes del Cesid señalaron a EL MUNDO que algunos de los miembros de la AOME, que fueron investigados por haber participado en la intentona golpista, eran en 1981 hombres próximos a Calderón. El general en aquellas fechas ocupaba el puesto de secretario general del Cesid.

Uno de los jefes del Cesid investigados fue el comandante José Luis Cortina, entonces jefe de la AOME, que fue procesado y finalmente absuelto en el juicio del 23-F. Cortina ha vuelto a mantener relaciones con los servicios secretos, según fuentes del Cesid.

La reestructuración de La Casa, como se conoce a la sede de los servicios de información, no ha afectado al teniente coronel Jambrina, que ha ejercido su carrera militar en el Cesid desde su llegada, a finales de los 70, con el grado de capitán.

Jambrina siempre estuvo destinado en las áreas operativas desde las que se desarrollaba todo tipo de trabajos. Durante la etapa Manglano fue jefe del Grupo Dos -hoy día, KA-6- de la AOME, después pasó a ser jefe de Operaciones de la misma unidad, bajo las órdenes directas del entonces teniente coronel Juan Alberto Perote y, por último, miembro del staff del anterior director.

UN NUEVO PEROTE.- Según fuentes del Cesid, con la llegada de Calderón, Jambrina hizo llegar un mensaje contundente a la nueva dirección: «Si alguien se mete conmigo, me convierto en un nuevo Perote», en clara alusión a los papeles que el coronel tuvo durante un tiempo en su poder. Este mensaje coincidió con su comparecencia ante el juez Baltasar Garzón para declarar sobre los papeles del Cesid.

Por las manos de Jambrina, cuando era jefe de operaciones de la AOME, pasaron los documentos más comprometidos del Cesid relacionados con la guerra sucia contra ETA, tal como ha declarado en varias ocasiones Perote ante Garzón.

Don Emilio, como también se conoce a Jambrina en el Cesid, negó en dos ocasiones ante el juez Garzón que tuviera algo que ver con los papeles del Cesid. EL MUNDO tiene en su poder documentos que acreditan que Jambrina no dice la verdad.

Jambrina, junto con otros agentes del Cesid, tuvo conocimiento de la operación Urbión-Bombilla-Mudo, más conocida por las claves Mengele o Shuto. Esta misión, que se puso en marcha en 1988, estaba encaminada a secuestrar al dirigente de ETA Josu Ternera en territorio francés y después trasladarlo a España donde sería interrogado por agentes del Centro.

Antes de llevarse a cabo esta operación, los espías del Cesid experimentaron un anestésico con mendigos en Madrid. Secuestraron a tres indigentes con el fatal desenlace de que uno de ellos murió y otro tuvo que ser asistido de lesiones en un centro hospitalario de la zona sur de la capital.

El teniente general Javier Calderón fue citado el pasado 22 de octubre por el juez Baltasar Garzón en relación con la operación Mengele. El magistrado preguntó al director del Cesid quiénes se escondían detrás de los alias Losada, Porto, Don Emilio, Ureña y Zarca. Agentes que participaron directa e indirectamente en la operación Mengele, según consta en una serie de documentos publicados en el libro El origen del GAL.

Según fuentes del Cesid, a pesar de sus antecedentes, Jambrina se jacta de ser el hombre de confianza de Calderón. Las relaciones de Calderón y Jambrina son tan estrechas -en La Casa se comentan que son casi familiares- que ambos se dejan ver en el comedor del Cesid. El director, aunque tiene una zona reservada para él, se sienta a comer con Jambrina en la zona de autoservicio dedicada al resto del personal.


Jesús del Olmo intentó echar a «Don Emilio»

La hoja de servicio de Jambrina tiene algunos puntos negros. El teniente coronel estuvo a punto de saltar del Centro en la etapa en la que el general Jesús del Olmo estuvo de director interino, entre la salida de Félix Miranda y la llegada de Calderón. La decisión de expulsión del Cesid fue adoptada por el propio Del Olmo que llegó a tener encima de su mesa un escrito para que se diera de baja a Jambrina.

El teniente coronel, que había laminado en el Cesid a Santiago Bastos, responsable de la División de Interior, intentó hacer lo mismo con su sustituto Julio Leal Monedero. A espaldas de éste, puso en marcha una operación antiterrorista orientada a desarticular al comando Madrid.

El operativo, en el que participó la Brigada Informativa del Cesid, que está formada por policías, resultó un estrepitoso fracaso. Esta contrariedad y su enfrentamiento con el jefe de la División de Interior motivó que el director interino del Cesid decidiera apartar a Jambrina del Centro. Al mismo tiempo, Del Olmo pretendía dar una imagen de limpieza y desligarse de la etapa anterior para poder seguir al frente de los servicios de información.

Jambrina, viéndose en la calle, utilizó a una de sus colaboradoras de confianza, llamada María José, para que hablara con Manglano y éste intercediera ante Del Olmo, que era un hombre de Narcís Serra. Finalmente, el jefe de operaciones consiguió que el informe sobre su baja quedara sin efecto. La agente María José ha sido nombrada en la nueva etapa jefa de un área de seguridad.

Emilio Jambrina, que utiliza en el Cesid los nombres de guerra de Don Emilio y Señor Pina, ha estado en los últimos años en el ojo del huracán. En febrero de 1996, Perote manifestó a Garzón que Jambrina, jefe de operaciones de la AOME entre 1983 y 1986, supervisó y clasificó las notas informativas sobre la guerra sucia en el sur de Francia.

Según publicó EL MUNDO, Jambrina y el Cesid participaron en una estrategia del Gobierno para hacer ver que los GAL eran una herencia de UCD y que ya estaban activos en 1982.


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