Carta Num. 50: CASO ALCÀSSER: UN IMPOSIBLE PUNTO FINAL
Una editorial apócrifa del diario El Mundo. Dedicado a Francisco P. Abellán


El próximo 27 de enero de 2005 se cumplirá el duodécimo aniversario de la aparición de los cuerpos sin vida de las niñas de Alcàsser: Desirée, Toñi y Miriam. Este triste aniversario se verá envuelto en la polémica por la concesión del segundo grado penitenciario al único condenado por asesinato: Miguel Ricart. La noticia es un envenenado regalo de Reyes para los padres de las niñas de Alcàsser, que aspiraban a que se les hiciese justicia y poder olvidar definitivamente el caso. Con Miguel Ricart en la calle se hace difícil el cerrojo definitivo a este caso que vuelve a verse inmerso en el ojo del huracán once años después de la tragedia.

La polémica sobre lo que ocurrió aquel fatídico 13 de Noviembre de 1992 en la localidad de Alcàsser goza de una salud envidiable. Sobre todo después de la existencia de algunas webs y foros de Internet donde abiertamente se denuncia el encubrimiento de la verdad por parte de altas instituciones del Estado.

Las extrañas circunstancias en las que se vio envuelto el caso Alcàsser unidas a la teoría de la conspiración que con tanto denuedo defiende Fernando García, padre de una de las niñas asesinadas, han devuelto al primer plano las muchas incógnitas del caso, por las que las pesquisas de la Justicia española pasaron de puntillas. En 1997 un tribunal de Valencia le endosó la responsabilidad del triple asesinato al acusado Miguel Ricart, quien a su vez acusó al desaparecido Antonio Anglés de las múltiples torturas y violaciones sometidas a las niñas. Para llegar a un final tan raquítico, el tribunal necesitó una investigación y un sumario que se extendió por más de cuatro años y un juicio oral de tres meses. Durante el juicio se supo, por ejemplo, que en los cuerpos de las niñas se encontraron pelos y vellos púbicos cuyo ADN pertenece a al menos siete personas distintas al acusado, del cual no se encontraron pruebas biológicas. Dos años después y contra toda lógica, el Tribunal Supremo no dio importancia a la prueba del ADN «por no considerarlo relevante para el proceso». Es probable que en su decisión influyeran presiones institucionales.

No parece que el paso del tiempo vaya a despejar las brumas del caso Alcàsser, puesto que el sumario B que se tramita en Alzira "contra Antonio Anglés y otros" se encuentra técnicamente archivado. En lo que respecta al paradero de Antonio Anglés y la participación de otros individuos hasta un total de siete todo apunta a que las autoridades españolas intentan cubrir el expediente dejando que el paso de los años no inquiete demasiado la maltrecha posición de algunas instituciones que algo tendrían que decir respecto a las muchas deficiencias en la investigación de este caso. En cualquier caso, y si algún juez no lo remedia, el fantasma del caso Alcàsser seguirá paseándose periódicamente por las mentes de todos los españoles.

 


LADY DI: UN IMPOSIBLE PUNTO FINAL
La Editorial original del diario El Mundo (22-XII-2003)

El próximo 6 de enero, el magistrado británico Michael Burgess, juez de instrucción de Surrey, abrirá la primera -y probablemente última- investigación judicial en el Reino Unido sobre las circunstancias de la muerte de la Princesa Diana y de su novio, Dodi Al Fayed.La noticia -anunciada esta semana en medio de un clima enrarecido por las recientes revelaciones del mayordomo de la princesa- es un envenenado regalo de Reyes para Buckingham Palace, que aspira a echar así el cerrojo definitivo al caso pero que al mismo tiempo vuelve a verse inmerso en el ojo del huracán seis años después de la tragedia.

La polémica sobre lo que ocurrió aquel fatídico 31 de agosto de 1997 en el parisino túnel de L'Alma goza de una salud envidiable.Sobre todo después de las declaraciones de Paul Burrell -mayordomo y confidente de Diana- que, coincidiendo con la salida al mercado de sus memorias, desempolvó una carta en la que la Princesa expresaba de su puño y letra sus temores a sufrir un accidente planificado para despejar el camino de Carlos hacia un segundo matrimonio.

Las revelaciones de Burrell -unidas a la teoría de la conspiración que con tanto denuedo defiende Mohamed Al Fayed, el multimillonario padre de Dodi- han devuelto al primer plano las muchas incógnitas del caso, por las que las pesquisas de la Justicia francesa pasaron de puntillas. En 1999 un tribunal de París le endosó la responsabilidad de la colisión al chófer Henri Paul, también fallecido en el accidente, que conducía bajo los efectos del alcohol y los antidepresivos.Para llegar a un final tan raquítico, el tribunal necesitó un informe de más de 6.000 folios que jamás ha visto la luz. Ayer mismo, un miembro de la policía francesa revelaba al diario británico The Independent que en esos 6.000 folios se dice que Diana estaba embarazada, detalle que el juez Stephan omitió en sus conclusiones «por no considerarlo relevante para el proceso». Es probable que en su decisión influyeran presiones institucionales.

No parece que la investigación que ahora se inicia en el Reino Unido vaya a despejar las brumas del caso, puesto que el juez ya ha anunciado que no llamará a testigos. Todo apunta a que las autoridades británicas intentan cubrir el expediente con una investigación rutinaria que no inquiete demasiado la maltrecha posición de la Familia Real. En cualquier caso, y si el juez Burgess no lo remedia, el fantasma de Lady Di seguirá paseándose periódicamente por los lujosos pasillos de Buckingham Palace.

 

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